viernes, 20 de noviembre de 2015

Bar La Bicicleta

   Mira que he pasado veces por la calle Cardenal Gonzalez, en pleno Barrio de la Catedral, y junto a la Ribera, pero nunca había entrado en este bar.
   Esta es un calle muy transitada, sobre todo por turistas, y como las aceras son estrechas parece que aún hay más tránsito humano. Y al final de la calle, cuando se junta con la calle La Feria se encuentra el Bar de la Bicicleta.

   Tiene un mini espacio para estar de pie fuera, pero a mi me parece incómodo... y mejor dentro, que el ambiente del bar es muy agradable.
   El mobiliario cuenta con mucho mueble reciclado porque el sentido del bar es alternativo, y también la comida. 

   Sin embargo, no tienen fino. Sí, lo que se ve en la foto era un bag-in-box de vermut rojo de Alvear. Pero ni rastro de vino blanco, variedad Pedro Ximenez,  sometido a crianza bajo velo de flor.
   En su momento, cuando empezó, daban descuento por ir en bicicleta hasta allí, y tomarse algo. Pero eso ya pasó, y aunque salí en bici de Rabanales y llevaba bajo el brazo mi casco, no hubo lugar para la rebaja.
Los precios de los platos son contenidos y abundan las cremas y platos vegetarianos o con mucho vegetal.


   Pedimos un humus, sabroso, con sus hermosas tiras de zanahoria para servir de tenedor. Si no me equivoco le faltaba más condimento al plato, como más fuerza ¿vinagre, quizás?. Es un plato cada día más presente en la cocina cordobesa, al menos en algunos bares, aunque el que tomamos en Orgánico me gustó más. 
   Y para continuar un salmorejo de aguacate que no estaba conseguido: debe ser difícil preparar algo con aguacate sin añadir mucho condimento. Y ese era el caso, faltaba más vinagre y sal.


   Pero hay que reconocer que se come bien y los platos son generosos. Y el pan, de buena masa, cortado en trozos generosos y tostados, estaba muy bueno. No extraña que las tostas sean demandadas.

Una nota: en las jornadas sobre el Salmorejo y el Vinagre que se han celebrado esta semana en Córdoba se concluía que este aditivo se emplea en las 2/3 partes de las casas y apenas un 1/3 en los bares.


Para beber, aparte de alguna fresca cerveza, tomamos vino tinto con ligeras crianzas: Palacio Quemado (extremeño, tempranillo, syrah y garnacha), Koden (riojano, tempranillo) y Ánima de Raimat (catalán, cabernet sauvignon, tempranillo y syrah)
De los tres, el PQ olía a papel mojado, a humedad, no estaba deltod bien. El catalán, correcto y el más suave y frutal el riojano. Es lo que tienen los vinos riojanos, que tienen siempre (o muchos de ellos) un aroma a fresa y golosinas apetecible y sabroso.

   La cuenta, pues alta a casi 30 euros teniendo en cuenta que los platos eran a 4,90; porque como se ve en la nota la copa de tinto allí es cara, a casi 3 euros, aunque bien servida la copa,eso sí.

   Lo dicho, el fino también está bueno y encima es más barato. Será que allí no lo piden los parroquianos.


















   






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