miércoles, 13 de julio de 2016

Bar Miguelito, bueno, de toda la vida

 ¿Quién no conoce el Bar Miguelito en Córdoba? Este bar con solera e historia arrancó en 1945 de la mano de Francisco Cano en la barra y su mujer Catalina en la cocina. El bar está al lado de la Calahorra, en el Campo de la Verdad. 
Tienen una amplia historia, al menos en mi caso como cliente habitual. Cuando algo me gusta, repito; y cuando mis hijos eran pequeños íbamos frecuentemente, solos o con amigos. Cuando crecieron se negaban a ir otra vez al Miguelito porque otros amigos iban con sus padres al MacDonalds. Ahora ya son mayores, no van al restaurante americano, y sí les gusta el Miguelito y mucho. Cosas de la edad.
Como se ve, la carta en inglés indica que hay clientes extranjeros que deben conocer las bondades del mismo.

Allí, en el Miguelito quedamos para tomar unas cervezas porque el medio de fino, la verdad es que cuesta un poco que entre como debe ser con estos calores. La cerveza es la reina de los aperitivos, sobre todo cuando se llega desde Rabanales en bici y con el calor.

La carta es variada, de pescados, de carnes. Como curiosidad está el revuelto de sesos, un plato antes muy común en las cartas de los buenos bares. Aunque sin dudar, donde despuntan en el Miguelito es en los pescados, sin dudar. Como dicen algunos comentarios en la red: si quiere pescado, en la lonja o en el Miguelito.

En nuestro caso, el comando ensaladilla es obligado. Por las razones obvias este plato es de nuestros favoritos: está frío, lo sirven rápido, hay que prepararlo casi a diario, si es que no es obligación por seguridad. Y todo el mundo sabe como prepararla, aunque los sabores cambian de un sitio a otro.


El plato estrella del Miguelito es el escocio. Se trata de pescado, creo que pescada, con un leve, muy leve aliño de limón y algo más; y después frito. Exquisito.
Tiene su historia el escocio. Parece ser que tenían en el bar una agrupación, llamada los S´Cocio´S o sea los escocios, y de ahí puede que derive el nombre del plato referido.

El fino, muy suave, sin apenas crianza es el Blanquito, un vino de La Rambla. Es como un vino de tinaja que haya pasado como mucho un año por botas de crianza.
Y con los calores habituales nos despedimos hasta una próxima cita.

El precio de 6 cervezas, 2 medios de fino, media de boquerones fritos, ración de ensaladilla y otra de escocio, 26 euros.
Un precio muy aceptable, teniendo en cuenta la calidad del género.





jueves, 7 de julio de 2016

Asamblea anual de Sumilleres de Córdoba y firma del convenio de colaboración con la DO Montilla-Moriles



El miércoles 6 de Julio en el magnífico patio de Joaquín Morales se celebró la Asamblea Anual de los Sumilleres de Córdoba, donde Angel González, el presi, comentó las actividades -múltiples-, realizadas, el número de socios en aumento, y el estado de cuentas de la Asociación.
Entre otros comentarios, estuvo el ajustar el número de asistentes a las catas, sobre todo en aquellas que vengan sufragadas por las bodegas que presentan sus vinos, ya que se pierde la atención cuando hay un público en exceso numeroso, y es un hecho que a la bodega eso no le agrada.

Por otra parte, se firmó el convenio con la DO Montilla-Moriles con el fin de que ambos organismos colaboren aún más en la difusión y conocimiento de los vinos de la DO. Para ello se realizarán actividades de difusión y también de formación del personal, sobre todo de hostelería.

Y como reza en el artículo 4º de dicho convenio: 
- Que teniendo ambas entidades objetivos coincidentes y entendiendo que su trabajo respectivo puede verse fortalecido por las sinergias que se deriven de un ámbito de colaboración común.

Más tarde, Javier Marín, presidente del Consejo Regulador de la DO Montilla-Moriles habló de la necesidad de llevar el vino fino a la mesa, acompañando en la comida, y que no se quede en la barra o como parte del aperitivo. 
Para ello, el empleo de la copa en vez del catavino hará mucho benieficio. Queda mucho por hacer, entre otros que aparezca en las cartas de los bares, una oferta amplia de nuestros vinos.

Por último, Joaquín empezó a sacar algunos platos con quesos y embutidos ibéricos de calidad para acompañar al fino del Consejo Regulador. 
Todo muy rico, y como colofón un plato con carne muy jugosa, melosa, de gran sabor y unas patatas fritas, antes cocidas que hacían del plato un cierre de cena exquisito. Bien, por Joaquín.
Además del fino, se sirvió un tinto Ribera del Duero, con ligera crianza. Milú del 2015. No lo conocía: frescor y sabor a raudales. Una golosina total.
  
Una buena noche, no en exceso cálida, y que sirvió para despedirnos antes del verano y desear a los enólogos que están en la Asociación, como Bernardo y Cristina, que tuvieran una buena vendimia. Parece que este año la maduración viene mejor que el año pasado ya que las lluvias de primavera han venido a paliar el estrés hídrico que sufrieron las plantas la campaña pasada.



sábado, 2 de julio de 2016

En el Restaurante Blanco Enea echando unos vinitos


El restaurante Blanco Enea está junto a la iglesia de San Pedro y ocupa varias plantas de la casa. La baja, como lugar de tapeo o comida más informal y la de arriba, más reservada para las ocasiones bien por ser un grupo o por ser más destinada a restaurante.
Me han dicho que hasta la azotea se puede emplear para tomar algo, justo al lado de la iglesia, de la plaza de la Corredera y del río.
Pues allí nos juntamos un grupo de Sumilleres para tapear con José María González, en la cocina, y Nuria (tiene un seudónimo que no voy a decir aquí, claro, pero que hace justicia a su hacer). 

Y aún es sede de la Casa de Galicia, tal como aparece en un buen y reciente artículo.

Pues allí nos fuimos a comer, tapear, y tomar unos vinitos. ¿Muchos no? Pues sí, aunque algunos de ellos no los llegué a probar porque fueron aportaciones de muchos de los allí fueron. Isabel RB trajo tres botellas, entre ellas un magnum. Por tanto, no podré hacer comentarios de algunos, aunque sí de la comida y el ambiente general de la cata.



Empezamos con un buen cava Jané Ventura del 2009. Muy suave en nariz, con fuerza en boca por la acidez y mucha elegancia a su vez. Muy refrescante.

A esto que de la cocina llegó un plato muy sabroso. En particular me encantó. Un foie de conejo en escabeche. No paraba de servirme tostaditas, y al final cogiendo trozos. Cuando vaya por allí intentaré pedirlo de nuevo.

Las croquetas estaban muy sabrosas, bien hechas, caseras o sabor de donde se haga y se recuerde su sabor. Debo decir que mi madre se cansaba de hacerlas y no salían buenas, porque hay que tener paciencia. Mi suegra las hacía muy bien y en casa tampoco somos mancos. 
Entre otros vinos apareció una botella de Botani espumoso (de la zona de Ronda), hecho con la variedad moscatel, con 7º de alcohol tan solo, al estilo de los moscatto italianos. Este era una golosina de polvos pica pica. Así de fresco era.

¡Y había también pulpo! cómo no podía ser menos en la antigua casa de Galicia. Y debo decir que José María domina muy bien las patatas: en puré, fritas a trozos. 
El pulpo estaba muy tierno y el puré es una excelente idea de acompañamiento, en vez de la patata a rodajas. Se queda menos vistoso una vez que se empieza a comer, mas el coger con el tenedor ambos está muy jugoso en el paladar.

Y de aquí, el cochifrito, bien fritito, y sacado en una especie de cubeta de latón. Original presentación.

También sacó una, creo, carne ibérica a la plancha. Rica, rica…

Todos estábamos bien sorprendidos de la bondad de los platos que sacaron. 
Tengo una visita pendiente de hace tiempo, ya que Javi, mi vecino, hizo las prácticas en su cocina. Pero se fue y ahora sin compromiso queremos ir para que nos sorprenda la cocina de José María.

En cuanto a Nuria, trabajó a destajo y se movió con toda soltura por el poco espacio que le dejamos. Buena profesional de sala, como le gusta decir a Angel González.

Y por las fotos se puede comprobar que hubo buen ambiente y tertulia, aunque sólo con los de al lado porque todos hablando a la vez el ruido ambiente apantallaba cualquier conversación lejana.

Los mejores vinos, a mi parecer, fueron Embruix de Lluis Llach (Priorato), Lalama (Ribera Sacra). El primero era del 2004 y aún se mostraba pleno de sabor, potente, ya algo corto de aromas y con un muy buen color indicando que había buena materia. El tinto de mencía Lalama del 2011, un puro placer: fresco, a guindas, totalmente sedoso, una delicia.

Y el rosado de Federico Schatz, muy bueno. Excelente en nariz, golosinas a tope, en boca mucho más seco. 

Los tintos de Vetas, de la bodega rondeña, también  estaban muy bien hechos. Las variedades bien presentes: cabernet sauvignon, petit verdot y cabernet franc. Sabe ese hombre trabajar las uvas de una manera maestra.






































El cognac que trajo Enrique también una pasada. Que aromas más intensos.

Y en esto que hubo que irse porque era de rigor e íbamos bien rellenos de buena materia prima.
Buen verano a todos.