jueves, 27 de octubre de 2016

Cata de Las Moradas. Vinos de Madrid, con estilo propio

San Martín de Valdeiglesias es un pueblo de Madrid, cerca ya de Gredos, y cuyos vinos ya eran reconocidos en la la capital, y que son mencionados por Cervantes en el Quijote.

Si alguien está interesado en el siguiente enlace se pueden ver menciones al vino, y donde parece que Cervantes era un refinado catador.

Pues de San Martín vino Isabel Galindo, la enóloga de Las Moradas, para mostrarnos los vinos que ella elabora para la bodega Las Moradas, y que actualmente pertenece a Enate.
Todo de la mano de Toñi Romero, que es quien distribuye por aquí estos vinos.

Las parcelas están a más de 800 m de altura y por lo general son de terreno granítico o pizarroso, lo cual favorece y mucho que las viñas den baja producción, y a su vez muy cargadas de polifenoles y en acidez.
Con estas premisas, Isabel fue contando cómo desde que empezó ha ido cambiando a unas vinificaciones espontáneas sin apenas o nada de sulfuroso añadido, debido a la propia calidad del mosto.
Las prácticas en la finca intentan ser lo más respetuosas con el medio ambiente. Y tanto la fermentación alcohólica como maloláctica suceden de forma espontánea.
 
Para detalle, de que la combinación de acidez y carga polifenólica protegen al vino: que la fermentación maloláctica puede estar haciéndose casi durante un año, sin que haya problema de contaminación externa. Hay que recordar que las bacterias lácticas son bastante sensibles al sulfuroso.

Otro detalle, normalmente descuba a 1020, cuando aún no ha acabado la fermentación para que los vinos no adquieran excesiva astringencia por contacto del mosto con los hollejos y pepitas. 
Y de todas formas, los vinos mostraban un intenso color. O sea, que las uvas venían bien cargadas de antocianos.

Esta zona cercana a Gredos se ha ido consolidando por la calidad de las garnachas que allí se cultivan. Poco a poco, la garnacha de Gredos o cercana ella, como es San Martín, son ya sinónimos de calidad y originalidad.

En Las Moaradas se hacen pequeñas fermentaciones, por parcelas, y a veces con dos recolecciones de la misma, cogiendo en una primera pasada las uvas más maduras y dejando para una o dos semanas después el resto. 

Estos fueron los vinos que probamos:

- Albillo Real, 2015. Vino blanco con crianza en madera.

Para su elaboración, el 30% del mosto se sometió a hiperoxidación con el fin de eliminar lo oxidable, aunque parece que también aportaba efectos positivos en aroma y en boca.
Los aromas eran a fruta madura, pera, y en boca muy potente. Poco a poco, aparecía la madera de forma que al buen rato, la madera era la protagonista.

- Las Moradas Senda. Garnacha 2012. El primer tinto, el más comercial, o más bien el más joven, y eso que era del 2012.
Aromas a fruta negra, cacao, en boca también mucha fruta, con ligero amargor y astringencia.

- Las Moradas La Sabina del 2010. También garnacha. Un vino cerrado, que tardó en dar lo que tenía. Elegante en boca pero poco expresivo, al menos para mí.
Hablando con Bernardo, él me dijo que era un vino que mejoraría claramente en botella.

Aquí debo indicar que Isabel proponía para un futuro hacer una cata vertical de sus vinos, y comprobar la evolución de los mismos en las distintas añadas.

- Las Moradas Initio, del 2009. El tinto garnacha que más gustó a muchos de los asistentes, debido a su elegancia en nariz y en boca. Un vino sedoso, con muchos aromas a fruta negra y que se apreciaban mucho mejor en boca.

Tanto el Initio como el Senda han recibido la medalla de oro del Concurso de Garnachas del Mundo 2016. 
En la lista también hay algunos vinos de garnacha que ya he probado, sobtre todo los de Aragón.

- Las Moradas Las Luces  2008.
Este vino me pareció más evolucionado de la cuenta, con más aromas terciarios. Es quizás el tope de gama pero no me convenció.

En resumen, catamos unos buenos vinos de Madrid perfectamente explicados por la enóloga de la bodega. 
La pena es que se sirvieron en catavinos que hacían que la intensidad de color fuera sobreestimada, y que los aromas infravalorados.
Con sólo catarlos en el vaso de agua, los vinos cambiaban mucho.

 A la vez que catábamos nos servían los alumnos del IES Gran Capitán unas cuidadas tapas. Muy rico el pulpo, y la hamburguesa.

 
Para terminar, otro enlace.
Las etiquetas de los vinos tenían fragmentos de relatos de conocidos autores.
Dichos relatos se pueden descargar de la web de Las Moradas.
Por ejemplo, este de Ángeles Caso, inspirado en la vida y actividad de Velázquez es un magnífico ejemplo.
 Relato de Ángeles Caso


 







lunes, 17 de octubre de 2016

Taberna La Cava de Orive




La Cava de Orive, se llama, está en un muy buen sitio, ahora que van a restringir el paso en San Pablo. 
Ahora mismo está casi cortado el tráfico debido a las obras de Capitulares, ya que sólo pasan los coches de los que tienen cochera por la zona. Aunque es de esos sitios en los que siempre estás de paso. Si uno se para, y mira la fachada del Palacio de Orive, bien vale de sobra una parada.
 

Aunque el sitio y su cocina bien vale por sí una parada.
¿Qué tipo de cocina? La casera, o muy casera: la de toda la vida, con los sabores de los platos que rrcuerdo que preparaban mi madre o mi suegra; sencillos, con sabor a lo que se come.

Parece ser que ninguno de los que atienden al bar cocina; es una señora que el día que fuimos ya se había ido, tras dejar preparados los platos.

La ensaladilla sabía a todo lo que estaba allí, quizás porque los ingredientes no estaban congelados, o tan solo los guisantes (que son muy caros los frescos).

Aparte de las tapas de cortesía con la primera consumición, pedimos otra media de ensaladilla rusa; abundante, más bien una ración. Quzás de las mejores que yo haya comido últimamente.

Y como quiera que el venado en salsa también estaba en carta, pues otra media. 
También nos sirvieron un plato generoso. Y es que hay que hacer afición para que los bares arranquen.
Por cierto, nos dijeron que iban a meter más carne de monte en su carta.
¡Qué difícil debe ser preparar un guiso de carne de monte! porque hay que hervir mucho la carne y después sustituir los fuertes sabores por una salsa bien condimentada. Como era el caso que nos ocupa.
Otro sitio donde preparan muy bien el jabalí es en la taberna La Yerbabuena (por el Zoco).

El vino fino, de Bodegas El Monte (Moriles), ambos de bag-in-box: Cebolla y Los Naranjos. Este último con mucha menos crianza.

Por cierto, lo sirvieron en copas, no en catavinos. Bien por ellos.
 
No me supieron como otras veces. 
Sin embargo este fin de semana en que hemos estado de perol familiar me llevé para empezar mi bag-in-box de Los Naranjos y me supo bien diferente al de la Taberna. En La Cava el fino menos ácido, con igual aromas, pero sobre todo diferente en boca. Sería apreciación subjetiva mía porque los probé ambos con una diferencia de un día.

El dueño se nos acercó varia veces para comprobar nuestro grado de aceptación. Comentó también las reformas que ha hecho, ya que un compañero se acordaba que antes la Taberna estaba, o había estado, regido por un  ruso (?).

La cuenta, 23 euros. Muy bien, casi comidos acabamos.
 Esperemos que siga el buen pie de la Cava, porque tiene un arduo trabajo de competencia de otros bares, y además requiere que los que transitan por la calle San Pablo recalen en ella, y no sigan... siempre de paso, de paso, de paso,... como decía el Aute.










martes, 11 de octubre de 2016

Buenos vinos de Federico Schatz, y encima biodinámicos

 De familia alemana con historia en lo de hacer cultivar viña y hacer vino, concretamente de la región de Baden-Wutemberg, Friedrich Schatz llegó a la zona de Ronda en 1982, con intención de plantar viñas en la Finca Sanguijuela.
En la finca de sólo 3 hectáreas tiene plantadas 9 variedades, entre ellas dos alemanas, la Lemberger y la Muscat negra. Elaboran 6 tipos de vinos, o sea, bajas producciones porque no da para más.

Nos juntamos los de la Asociación de Sumilleres de nuevo en casa de Joaquín Morales que nos acomodó en su hermoso patio.
Conozco los vinos desde hace tiempo. Estaba estudiando Enología y el compañero José María trajo una botella de Ronda, donde quería instalar viñedo y bodega. Nos abrió una botella de tinto de Schatz. De la variedad Lemberger, y allí nos pusimos los futuros enólogos a catar el vino, y empezar a decir cosas de él. Recuerdo que como era en casa, mi mujer pensó que estábamos perdiendo la chaveta, diciendo adjetivos del vino.
Con el paso de los años, José María tiene consolidada su propia bodega, Doña Felisa, y él es el presidente de la DO de vinos de Málaga. 

Allí nos habló Federico de cómo ha ido cambiando de cultivo ecológico, a ser biodinámico y también elaborar vinos naturales. La razón de esta evolución es porque él siente y cree que la tierra y su entorno, aire, exposición solar, deben de estar en armonía. Para ello emplea el icono de la biodinámica: el cuerno de vaca con al menos siete partos. 
Es difícil asumir estas ideas por falta de rigor científico, pero si funcionan y el producto funciona en el consumidor, resulta otra forma de entrar en ese reducido mercado de clientes que pagan por una botella de vino que refleje el trabajo del viticultor, la armonía de plantas, insectos, pájaros, rayos cósmicos, imanes ferrosos, etc. Y que el vino lo hagan las levaduras autóctonas o salvajes.
En definitiva, es un biodinámico convencido.

Ronda cuenta con lo mejor que se puede tener: altura (viñedos a más de 700 metros), lluvia, bajas temperaturas de noche, y como dirían Les Luthiers,… montones de turistas.

Catamos en total seis vinos, un blanco, un rosado y cuatro tintos. Cada uno con una letra de su apellido.

- S, Chardonnay 2015. Con crianza en barrica. Al principio cerrado después aromas a madera y melocotón. En boca, mucho mejor que en nariz, es mineral, sabroso, fruta blanca. Buena acidez. 
Con un platito de patatas con sepia.

- Z, rosado 2015, variedad Moscatel negro. También ha pasado por barrica. Con algo de fruta roja, espaciado. En boca muestra dulzor, poco ácido. No me convenció.
Con queso de cabra gratinado.
- H Acinipo 2007, variedad Lemberger. Lleva ya 7 años en botella, mostrando posos abundantes. Con mucha fruta, aún, en nariz, ácido en boca, frutal. Nada astringente.
Fue el vino que más me gustó, y también a alguno más de los asistentes, ya experto en catas.
Con foie y un higo troceado.

- C, Pinot Noir 2010. Con aromas a vegetal, fruta roja. En boca es delicado y fino.
Muy suave en el trago. 
Con atún en escabeche.

- Z, Finca Sanguijuela 2008. Con mezcla de variedades: tempranillo, syrah, merlot y cabernet sauvignon.
Era el vino más potente de la noche, con algo de astringencia, frutal en boca y nariz.
A otros le gustó más éste.

Quizás fue porque Joaquin un montadito de presa de bellota ibérica, o algo así.
Muy rico el bocado.

- T, Petit Verdot, 2009. Afrutado, dulzón, balsámico. Un poco balsámico. También de fácil trago, quizás excesivo. Me decía poco.

Con unas delicias de chocolate amargo recubriendo a queso azul. De rechupete, ¡cómo domina este hombre o más bien su mujer el chocolate fundido!.

Por cierto, nuestra sumiller viajera por esos extremos orientes volvió del Japón con una guía muy completa de lugares, bares, sitios de Córdoba, sí de aquí, que nunca había oído hablar.

Al final de la cata a todos nos quedó la sensación de que los vinos de Schatz eran muy fáciles de beber, amables. Si ya son demasiado fáciles, es cuestión de gustos.
En donde no hay discusión es que son vinos con un precio medio-alto, pero si uno atiende a la charla de su productor, comienza a pensar que también tienen estos vinos alma. ¿Será cuestión de fe como comentaba Rafa Migueles?

El caso es que al día siguiente estaba sin dolor de cabeza, fresco como una lechuga.
Ya no sé si es la biodinámica o la baja concentración de sulfuroso.

Pero dos días después parece que he pillado el virus estomacal que dos de mis compañeros de trabajo lo habían disfrutado el fin de semana, y ahora tengo el cuerpo para pocos farolillos.

No somos nadie.























domingo, 9 de octubre de 2016

Cafetería Mariano's. Para tapeo económico en el centro

Aunque el nombre sea el mismo, no tiene que ver con el clásico Hostal Mariano que está en la Av. de Cádiz. Lo regenta un joven Mariano, y parece que le va bien desde que hace poco empezara.

La cafetería Mariano´s está en la muy céntrica Ronda de los Tejares, en el pasaje más conocido por los negocios que desde hace tiempo están allí: un dentista conocido, el restaurante Pic-Nic, o antiguamente la tienda de Cazorla, ya desaparecida de ese local.

Y está bien llevado: rápido, con platos sencillos de preparar para un tapeo sin complicaciones, justo al terminar del trabajo. Como muestra la foto estaba lleno, por lo que ya muchos lo conocen por sus buenos precios.

Como se ve en la carta, los platos rondan los 4 euros, y como máximo 6. ¿En el centro? Sí, pero no busquen más que una cerveza fría, una buena copa de fino y una ración para acompañar.

Pedimos nuestro plato enseña, la ensaladilla. Normal, pero abundante.
Lomo de orza, finamente cortado sobre tomate. Un buen plato, económico, pero que no nos llegó a convencer.

Eso sí, el guiso del viernes, el que daban gratis estaba muy sabroso. Un verdadero plato casero, lo que más nos gustó y que tenían anunciado a la entrada.


Es curiosa la desazón que entra en el cuerpo cuando un camarero empieza a repartir platitos a diestro y siniestro y parece que no le va a llegar a uno. ¡A que no nos dan! ¡Pero si hemos pedido ya dos platos, y los demás de al lado ni piden y están como esperando!
Nos llegó la carne a la jardinera, y como digo bien rica.

De beber, aparte de cerveza tenían el fino Tertulia, con poca crianza, y muy fresco para el aperitivo.

Y todo esto para acompañar la tertulia sobre uno de los temas que más ha unido a los cordobeses: quitar una de las celosías de la Mezquita para que entren las procesiones.

Según contaba uno de los tertulianos, en la posguerra algunos países árabes estuvieron dispuestos a sufragar que la Catedral se desmontara y dejar sólo la Mezquita. A punto estuvo del acuerdo, y como en aquel tiempo no se cobraba entrada a la Mezquita pues no había problemas, tal como los hay ahora para el uso de la misma. Cuando hay dinero por medio, todo se ve de otra manera.

Pero como digo en esta cafetería los precios son muy de agradecer para ese tapeo de algún viernes, antes de ir a comer.

Y también se habló de las gozosas y merecidas jubilaciones. 
Varias han ocurrido en nuestros trabajos, y algunas de ellas por su significado dejan huella.
¡Nueva buena vida, Juan!

















lunes, 3 de octubre de 2016

Ismo, nuevo en el centro


Este nuevo bar, el Ismo, está en la calle García Lovera, justo al lado de donde estaba la Mantequería El Pensamiento, que ha estado abierta hasta hace poco.
Tan cerca está que las generosas sombrillas que protegen del solano de este extraño septiembre, ocupan la parte peatonal de dicha calle y que antes ocupaba la Mantequería. Unos van y otros vienen.
Las mesas en el Ismo están suficientemente separadas, dando sensación de comodidad.

La Mantequería estaba realmente bien, con una cuidada decoración, amplia, surtida de vinos, con sus botas, y buena cocina. Pero es que hay una competencia feroz en esta zona del centro. Con muchos y variados comercios donde comer y beber.

Este nuevo local apunta detalles como el ramito de flores en la mesa. Es agradable ese pequeño detalle de color.
Para acompañar la primera consumición pusieron pisto, que se notaba casero. Otro buen detalle, nada de aceitunas o patatas fritas. Con copas de cerveza generosas para empezar.

En cuanto a lo que se puede tomar, no es una carta amplia pero suficiente, con tostas que parecen ser una de sus especialidades.
Como somos de piñon fijo, en esta ocasión no pudimos comer ensaladilla, que no está en carta; aunque sí que había un rico salpicón de marisco.

La tortilla sin embargo no valía la pena haber insistido en ella. Estaba más seca de la cuenta.

Lo que sí nos sorprendió fue la ausencia de finos, simplemente no tenían. Sólo el blanco Finca La Cañada de Pérez Barquero. Un verdejo, que cuando salió hace ya dos años estaba realmente sabroso. Pero el año pasado, el 2015, fue muy duro para las viñas en Montilla-Moriles a causa de las olas de calor del verano, con una maduración complicada. Y eso se nota en la falta de aromas en el Finca La Cañada del 2015, que es neutro. 

Si se compara con otros verdejos, los propiamente de la zona de Rueda, sale mal parado, pero como hacemos patria pues cayó una botella entre los cuatro.

Esperamos que este nuevo bar se asiente en la zona y que no salga perjudicado de las obras de la calle San Pablo. Eso sí que es una desgracia para los bares de la zona baja de Claudio Marcelo. 

La cuenta de cinco cervezas, cinco copas de verdejo, cuña de tortilla y salpicón por 30 euros. Un precio normal, sin estridencias. Se estaba bien en la calle.