jueves, 26 de enero de 2017

Enoteca Gran Capitán 37. Con buenos principios

 Esta enoteca situada como reza su nombre en la Av. Gran Capitán 37, es en realidad un buen bar o taberna con una buena y larga lista de vinos. 
La han puesto en marcha tres socios: Jesús Roldán, Ruben Urbano y Marta Serrano, y por ahora parece que la respuesta del personal es alta.

La clave en estos sitios es buenas viandas y buen servicio. Como dicen los profesionales de estos temas: un buen personal de sala logra que lo que salga de la cocina llegue y se presente al comensal de la forma más adecuada posible. Y creemos que el sitio responde a lo que se busca: buenos platos a buen precio y buen servicio.

Los vinos se pueden servir por copas si la botella en cuestión no supera los 13 euros en carta. 
De fino tenían poco, sólo el Tertulia de Bodegas Delgado. Parece que estaban en tratos para poder tener más oferta en finos.
De todas formas el Tertulia como otros finos se muestra cambiante, ya que parece que tiene más tiro del que correspondería, y las botas no llegan a criar los vinos al completo.

Aparte de varias cervezas y medios de fino, sólo se pidió una copa de Montenovo, un vino de variedad Godello, de la que soy un fiel seguidor. El vino en cuestión muy simple, no sé si es porque el vino es de esta forma o bien la botella tenía poco tiro y llevaba tiempo abierta, porque este vino de Bodegas Valdesil es de buena calidad.

Pedimos el plato del día: un buen plato de cocido, para levantar el ánimo al más decaido, y sobre todo con los fríos de estos días. Un guiso con toda la pinta de ser casero.
  
De segundo pedimos una ensalada de quinoa, esta legumbre-cereal que tan de moda está. 
Años atrás ya se daba información de las cualidades nutritivas de la quinoa. La primera vez que supe de ella era en un catálogo del CSIC sobre alimentación humana y animal, en el que se mostraba la composición de casi todos los alimentos que se pueden poner en cualquier mesa.
Y fue ponerse de moda por gente a su vez de moda que en cualquier lugar se puede consumir.
La ensalada correcta, pero como la quinoa iba cocida apenas si se notaba ya que no era el ingrediente principal.

El día que fuimos había tanto personal de aquí y también forasteros, ya que al estar en el centro y porque los socios también se mueven en el ramo hostelero.
Tienen una buena oferta en menús del día, por lo que se aseguran que aquellos que tengan que comer por el centro recalen allí.

Los precios contenidos realmente. 
El guiso del día a 7,90 y la ensalada a 4 euros la media ración.

Vamos lo que se dice tener buenos principios.

 
 





miércoles, 25 de enero de 2017

Vinos rondeños de Kieninger. Con acidez y muy varietales



 El lunes 23 de Enero tuvimos los de la Asociación de Sumilleres de Córdoba una interesante cata de vinos de la Bodega Kieninger en la casa de Joaquín Morales.

La impartió Manuel Carrizosa, enólogo de dicha bodega, puesto que Martin Kieninger no pudo venir. Hacía tiempo que sabía de Manu, de sus andanzas recorriendo no medio sino el mundo entero, desde que terminó sus estudios de enología en Córdoba, por lo que fue enorme la alegría el poder tenerlo por aquí. Afortunadamente establecido en Ronda, espero que su buena mano se note en todo lo que haga.
Tiene un interesante proyecto con Simbad Andrés, otro correcaminos, que también estudió en Córdoba y que esperamos visitar pronto.

La finca Kieninger está en la DO Sierras de Málaga; tiene 3 hectáreas de viñedo en el que hay variedades autóctonas (Tintilla de Rota, Garnacha), francesas (Cabernet Sauvignon y Franc, Merlot, Pinot Noir) y austriacas (Zweigelt y BlauFraenkisch). 

La bodega se localiza en los bajos de la casa familiar y actualmente procesan 20 mil kilos de uva, aunque según nos dijo Manu está ya proyectada la ampliación del viñedo y bodega debido a que el mercado demanda sus vinos. Su principal mercado es el europeo, donde los vinos que se demandan y se producen son ácidos, frutales y con no elevado contenido en alcohol, y sus vinos son claramente de este coerte o estilo.

El cultivo del viñedo es según los protocolos ecológicos, aplicando tanto control biológico de plagas como de fortalecimiento de las plantas.

En cuanto a los vinos. Me han parecido muy interesantes, fragantes, varietales, con una acidez alta, frescos, y ligeros. La cuestión es cómo han conseguido esa acidez en los vinos: el mantra de un buen vino para que se mantenga y evolucione adecuadamente es la acidez natural. Para beber alegremente.


El primero fue el rosado, sin etiqueta, ya que están en fase de renovonación de las mismas. Además este rosado llevaba apenas una semana embotellado.
Hecho con las dos variedades austriacas, Zweigelt y BlauFraenkisch (12% alcohol) tenía una notable nariz a hinojo y fresa. En boca mostraba una excelente acidez, para algunos excesiva, sabroso y con un retrogusto aún más fuerte en frutas. Un rosado con armonía, equilibrado y elegante. 
Buen principio.

Los demás fueron tintos del 2013.

Vinana 2013 Cuvée Coupage, mezcla de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot, pasó 13 meses en barricas. Los aromas a herbáceo, fruta roja y pimiento se apreciaban bien, muy finos. Suave en boca, de paso ligero, agradable, apenas astringencia, de nuevo el retrogusto de la nariz se apreciaba aún más en boca. De nuevo muy fresco, buena acidez, pero la cabernet se notaba, sin ser excesiva.

Viana Pinot Noir 2013. Hecho con parte de los racimos enteros para favorecer la maceración carbónica.
La nariz a fruta roja y frambuesa. En boca de nuevo la sensación plena a fruta roja. Un vino muy varietal, fresco, claro, y ligero.
Suave en boca, la madera apenas se notaba, un vino para tomar más y más.

Maxx 2013, con Garnacha y Tintilla de Rota, ésta última variedad fermentada en barrica.
En este vino los aromas a fruta roja y negra eran menos potentes que en los otros vinos, más aromas a especies. De cuerpo potente, goloso y equilibrado.
Se sirvió en decantador debido a los depósitos que presentaba el vino.
Este vino según indica la web de la bodega se ha hecho mediante maceración carbónica. Pero se puede decir que me esperaba más de este vino.

7Vin 2013, hecho sólo con BlauFraenkisch.
Este fue el vino que más me gustó.
Aromas intensos a fruta roja y negra. Un vino goloso en boca, con mucha fruta y equilibrado. 
Taninos muy dulces. Un vino franca y realmente elegante, de los de quedar bien sacándolo a la mesa, ya que es diferente por su marcado carácter varietal.


Conozco algo los vinos austriacos y éstos me sorprendieron por su ligereza y frescor e intenso carácter aromático. Pues los vinos de este austriaco, adaptados al suelo rondeño, tienen esa impronta: apenas astringentes, ligeros, siempre vivaces en la copa.

Muchos concluimos que eran vinos intensamente varietales. Y los precios de los vinos tiene un buen precio, alrededor de 10 euros algunos. Y los llevan en Córdoba, los de Terruño.

Como siempre Joaquin y María nos sirvieron unas estupendas tapas que acompañaron a los vinos. Con ahumados el rosado, y después con carnes los tintos: higaditos de pollo, carrillada,... Todo rico.

Por útimo, una foto con Manu y Bernardo, dos buenos enólogos.






jueves, 19 de enero de 2017

Capitoné, en el centro. Con tapas premiadas, pero mejor no pedirlas




La céntrica calle Claudio Marcelo es de las calles más bellas del centro. Aunque no sea de las calles del centro mas antiguas, la bajada de la Plaza de las Tendillas hasta el Templo Romano es siempre un paseo agradable y animado.

Desde hace unos años, la calle ha recuperado su brío si bien lejos de los tiempos en que muy diversas tiendas: zapaterías, confección, electrodomésticos, tiendas de discos,... hacían bullir la gente por sus aceras. 

Actualmente, y como es conexión entre el centro y la Axerquía, con Plaza de Corredera, etc. tiene los nuevos comercios y sobre todo, tabernas o restaurantes que se han abierto en su recorrido. Uno de ellos es el Capitoné, en los bajos de un edificio de ladrillo rojo y por el que han pasado distintos propietarios.  
Algunos de estos locales gracias a su cuidada decoración y al buen precio de los menús, son frecuentados por turistas.

Ya digo, el local muy bien diseñado, con una iluminación estudiada, realmente lo que se dice currado, renovado. Pero los camareros se mueven como si estuvieran en un restaurante de otra época: lentos, con parsimonia. 

La carta es variada y justo en el centro hay un reclamo que se repite en los manteles de papel de las mesas y en varios paneles de este local: tapas premiadas en concursos locales, de nuevo diseño o reinterpretacion de algo tan cordos como el rabo de toro. Todas ellas como sugerencia del cheff.

Tras la primera consumición que le acompañaba una tapa de endaladilla, pedimos tres de las tapas recomendadas y que habían sido distinguidos con premios: pecado lechal, fajita de costilla caramelizada y milhoja de rabo de toro cordobés

Siempre he supuesto que las tapas de diseño precisan de una elaboración más lenta, pues es este caso fue visto y no visto. Y como se ve en las fotos el acabado de ellas es muy similar: marcas con reducción dulce de PX o bien caramelo, y en ninguna faltaba. 

Al lío, no hemos probado unas tapas más simples, y a la vez más caras en nuestra vida. La carne, dura del rabo de toro, el cordero lechal seco y recalentado.
Parece como si hicieran tapas para ganar premios y una vez en el candelero olvidarse de ellas. 
No somos de hacer críticas gratuitas, pero en este caso creemos que se falla al principal motor economico de la ciudad: el turismo. 
 
Viendo en internet, precisamente en tripadvisor los comentarios de este local que en él aparecen, muchos de ellos coincidían con nuestra apreciación: un timo estas tapas, mientras que para otros son de una calidad suprema. Cosas del marqueting on line, o bien que estaban más recién preparadas.

Sí es verdad que los turistas eramos realmente nosotros porque los de verdad que estaban allí habían pedido menús, porque de turista hay que ir a lo práctico, o que se habían ya leido reeseñas de este sitio..

El vino fino era el Fliligrana de la Bodega San Rafael, muy ligero, sin apenas fuerza.
El precio 27 €.
 






















lunes, 16 de enero de 2017

Cata de vinos renovados de la Cooperativa La Unión

 La Cooperativa La Unión se inauguró en Montilla en 1979 a resultas de la unión de agricultores para elaborar vino y aceite de oliva.

Fue de las primeras bodegas en apostar por elaborar vino tinto en la zona de Montilla, con el fin de abrir el mercado a productos que engancharan con las nuevas demandas de los consumidores, que pasaban cada vez más del vino blanco al tinto. 

Disponían de fincas experimentales en las que estudiaban la adaptación de distintas variedades al clima y al terreno local, concluyendo que la Syrah era la que mejor se adaptaba, aunque resultaba también la más productiva, con los problemas de madurez consiguientes. 
Pero gracias a buenos agricultores hicieron buenos vinos, como el rosado que era un muy buen producto.
Otro cantar eran los vinos tintos pasados por madera, excesivos tratamientos que dejaban al vino convertido en verdaderos cantos al tablón dde madera.

Debido a que los volúmenes de uva que trabaja son grandes, tradicionalmente su principal mercado ha sido la venta a granel de vino blanco y tinto, a distintos países europeos, africanos y actualmente están abriendo mercado en India, donde María Rivero ha abierto nuevos clientes a los productos de aquí.

Y en esto debo decir que el vino tinto que envasan en bag-in-box siempre me han gustado: vino fresco, aromático, con cuerpo, y poco astringente. Por supuesto sin madera. Y cada año compro para mi casa al menos dos, que sirven tanto para los tintos de verano como de copeo.

Pues con estos antecedentes, Francis, el director comercial de la bodega nos visitó a la Asociación de Sumilleres de Córdoba en casa de Joaquín.
Comenzó por uno de sus productos estrella: el aceite fresco, recién exprimido, y que molturan hasta diciembre. A partir de ahí, ya no le llaman fresco.
Es un buen aceite, de las variedades hojiblanca y picual, suave y con una ligera astringencia.
Muchos de los presentes lo compran habitualmente.


Después pasamos a la carta de vinos. Todos los vinos vienen con la marca de Los Omeya. Han cambiado la etiqueta y la presentación de los vinos es moderna, renovada, con la nueva imagen que quieren dar al mercado.

El primero el verdejo. Una variedad que a veces da buenos vinos en esta zona, pero que últimamente las condiciones climáticas adversas de tanto calor en verano no le dejan madurar como debe ser. 
El vino era ligero en aromas, con un agradable paso en boca, untuoso (quizás lías añadidas), y una buena acidez.


El siguiente fue el rosado, más expresivo que el blanco, con el color siguiendo la tendencia actual de rosados con  poco color. Con una nariz media, aromas a frutoas rojos, y en boca algo amargo y astringente: un vino agradable.

Después catamos dos vinos tintos, uno joven y otro tras pasar por madera.

El tinto joven estaba recién embotellado y se notaba aún poco estructurado, pero fue un detalle que nos lo diera a catar.

El tinto crianza Syrah sí que era otra cosa. Por ahí sí van bien los vinos: la madera ya no es el único atributo, sino que apenas se nota, según las tendencias actuales.
Es un tinto muy agradable de tomar, con buena nariz, bien estructurado en boca y un color atractivo, con tonos de juventud, sin rastro de ribetes marrones.

El último vino, para el poistre, fue el PX Laudis. Con un intenso color y ribetes yodados. Quizás que su apariencia fuera de un vino con muchos aromas a dátiles, orejones, etc, que después olía a un vino más joven de lo que se pdría estimar por el color.

Rico, pero en mi caso los sabores dulces no son mi fuerte, por lo que apenas puedo opinar.


En resumen, una instructiva y reveladora cata donde la Cooperativa La Unión mostró sus nuevas e interesantes maneras.

La cata fue acompañada por el tapeo que nos deleitó como siempre Joaquín.
La ensalada de naranja con bacalao para acompañar al aceite de oliva, el foie regado por una salsa de naranja y reducción de PX, tabla exquisita de quesos, morrillo de atún,....
 Para terminar, y a instancias de María, hubo la sorptresa de un guitarrista flamenco, Javier Muñoz, familiar de una saga de artistas flamencos cordobeses, El Tomate, que tocó por mineras, bulerías, rumbas,... logrando un excelente ambiente como final de cata.














lunes, 9 de enero de 2017

La Recolecta, restaurante ecológico, y de barrio

Este pequeño restaurante está en la calle Pintor Espinosa en el barrio Parque Cruz Conde, junto al parque del mismo nombre. Además del encanto del sitio, es posible aparcar sin muchos problemas. Actualmente la acera de la calle se ha ampliado y se pueden poner veladores en el exterior, de forma que a la tranquilidad del barrio se le añaden las vistas del parque, logrando que se esté muy cómodo.

Se trata de un restaurante ecológico y que está muy bien atendido, con un trato cercano... como un bar de barrio.

La carta es resumida, con algunas especialidades, y con algunos fallos en otros platos. Pero lo principal es que los precios son contenidos, y las raciones rondan los 8 euros. Otro tema es el tamaño de las mismas, aunque en cualquier caso merece la pena su visita.


La carta de cervezas es considerable: todas artesanas, con mucho sabor, y eso a muchos no les convence. 
No es mi caso, que pedí dos tipos de cervezas, y las dos acompañaron muy bien a la comida. Tanto de La Bandolera (de Algallarín) como de Cab Beer (de Montilla) escogí en los dos casos la cerveza morena, hecha con más lúpulo, y rica en sabor y aromas. 

Por ejemplo, Cab Beer elabora cervezas que pasan un tiempo por botas que han contenido vino oloroso o PX, todo un homenaje a su origen montillano. 

De los cuatro, dos preferían la cerveza rubia de barril, también artesana y mucho más ligera, aunque como decía uno: también sabía a un aroma que le recordaba una colonia, es decir, más cítrica de la cuenta. 


En cuanto a los vinos, la carta de vinos blancos y tintos está bien escogida, pero qué quieren que les diga, donde esté un buen fino de Montilla-Moriles, como era el fino Pato especial, sin filtrar ni clarificar, que se quiten otros muchos, y siempre a la mitad de precio que cualquier vino blanco joven. A veces, o bien en demasiadas ocasiones más bien, no sabemos apreciar las virtudes de nuestros vinos.

En cuanto a la comida. 
Pedimos una ensalada de queso de cabra y nueces. Corta en cantidad, ya que las hojas de lechuga de roble, cubrían la base del plato. Algo parecido pasó con el cuscus de coliflor y verduras: deslabazado, con poco aliño y la coliflor más húmeda de la cuenta.

Pero pedimos dos platos que nos parecieron exquisitos: patatas confitadas y ternera con verduras a la tailandesa
Las patatas, gajos y con piel, estaban fritas a fuego lento, y las salsas acompañaban perfectamente, desde una tailandesa hecha con extracto de ostras, otra con comino, otra levemente picante.
Y la carne, para el agrado de ellas, se hizo bastante pasada, lo que restó parte de su sabor, pero que no ya que era un plato muy simple y bien hecho.

La Recolecta lleva ya dos años en el barrio y aún aguanta, a su favor el que las mesas en el exterior le han dado mucha visibilidad. 
Es un restaurante especial, para un público más bien reducido, con el cocinero y otro trabajando en sala; y con bastante competencia en la zona donde está. Esperemos que aguante, porque ellos muestran todo su cariño a quienes los visitan.

La cuenta por las cuatro raciones, dos copas de vino de blanco moscatel, un medio de fino, seis cervezas y las cuatro raciones, 47 euros. Muy bien.
El cocinero salió a despedirnos y preguntar cómo nos había parecido la comida, tratamos de ser sinceros indicando los aciertos y los fallos que habíamos observado, porque en su quehacer siempre quieren mejorar.

Eso sí, terminamos de comer e íbamos ligeros de equipaje con tanta verdura y plato contenido, lo cual en las fechas navideñas se agradece, y mucho.






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