martes, 26 de septiembre de 2017

En la nueva tienda de jamones del centro, hay buenas viandas y vinos: Faustino Prieto

El último día que quedé con los amigos a tomar algo, nos fuimos a una nueva tienda en la calle Jesús y María, en pleno centro. Es una tienda donde venden jamones y embutidos de Faustino Prieto
Se trata de una empresa salmantina y que tiene varios locales en España, la más nueva la de Córdoba; y no es una franquicia según me dijeron, son todas tiendas de la propiedad.

Según nos contaron la tienda lleva cuatro semanas abierta, y por ahora la respuesta es muy buena. Al ser una calle de paso, muchos turistas se compran un bocadillo de embutido, y a continuar la ruta. 
Hay varias tiendas de embutidos de esta clase por el centro, pero todas son para comprar piezas. Muy original negocio, espero que les vaya bien.

Lo normal es que vayamos a una taberna, pero a diferencia de otras tiendas ésta tiene degustación de los productos, y sobre todo, se puede pedir consumición de cervezas (en lata) o botellas de vino, sin existir recargo alguno.

Eso fue lo que hicimos. 
Pedimos 200 g de salchichón ibérico, 100 g de queso curado, un poco de empanada y una botella de vino tinto de Ramón Bilbao Edición Limitada 2014
Un vino riojano que estaba realmente bien: intensos aromas frutales, sedoso en boca, muy equilibrado, lo que se dice un Rioja actual pero con las características gustativas de los clásicos riojanos. Así que hablando y esperando, esperando a Manolo nos trasegamos la botella entre tres. Al final él llegó... pero tarde.

Además el vino tenía un precio sorprendente, 11 euros. La botella normal de dicha bodega a 6,5 €, la botella de Dinastía Vivanco a 9,5 €. Increible pero cierto.

El salchichón también estaba muy bueno. Debo reconocer que a mi parecer, me gusta tanto o más un buen salchichón que el jamón. Y el que probamos era bueno. Ah, y está en oferta o en promoción la tripa de salchichón ibérico. Por si acaso, yo me llevé una a casa.

La vez que más me ha defraudado un salchichón fue cuando mi mujer me regaló un trozo del salchichón Sendra (Vic). Supongo que será exquisito, no lo discuto porque tiene un precio superior a jamones de pata negra; pero yo no noté diferencia con un salchichón ibérico, y costando éstos como mucho la mitad que el primero. Como dicen por ahí, sobre gustos no hay nada escrito.

Hubo salchichón, queso y empanada de sobra para los cuatro. Vamos que sobró.

Pero lo que más nos sorprendió era justo el precio de los vinos, por lo que una parada por allí, en Jesús y María, bien vale la pena.














jueves, 21 de septiembre de 2017

Finca Torremilanos, una buena cata, con vinos interesantes, y bien defendida

La bodega Finca Torremilanos está en Aranda de Duero, en plena Ribera del Duero. De allí bajó Ricardo, un heredero de la familia Peñalba, con amplios conocimientos de viticultura, enología y también con arraigo a su tierra, sus costumbres y una herencia de hacer vino, de muchos años,  y con una sorprendente capacidad de comunicar con autenticidad, y ser ameno.

La familia Peñalba inició en 1970 la elaboración de vino, cuando según él la casa de neumáticos Michelin se instaló en Aranda, y movió el mercado de trabajo local, ya que el campo estaba prácticamente agostado. La gente le dio por recuperar viñas heredadas o empezar la elaboraciones, al abrigo de Vega-Sicilia, que siempre ha estado en la Ribera como enseña de la zona (como el cuento de Monterroso: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí").
Las viñas se sitúan entre 800 a 900 metros de altura, en cultivo y elaboración biodinámicos. 

La mayor parte de los vinos se destinan a exportación, bien porque el mercado local apenas consume vino y porque todo hay que decirlo, no se paga la calidad de los vinos.
Toda la uva es de su propiedad y hacen vino de distintas parcelas, llegando a elaborar hasta 21 tipos de vinos, debido a las distintas parcelas, crianzas, etc. Hace poco murió su padre y quien ahora pone a todos firmes, como decía Ricardo, era la madre.

Lo que se busca es que haya potencia en vino, uva y también en la bodega.

En particular, tengo de esta bodega Torremilanos el grato recuerdo de que allá por el 2000 compré mi primera caja de vinos de calidad, de Torremolinos precisamente, siendo estudiante de enología por recomendación del añorado Fernando Pérez Camacho.
Mucho ha cambiado Ribera del Duero desde aquellos tiempos hasta ser considerada la segunda referencia de cualquier bar que se precie: ¿Rioja o Ribera?

El día que se celebró la cata, el lunes 18 de Septiembre, es seguro un día de vendimia en Aranda, pero comentó que este año la cosecha iba. ser sólo un 10% de lo normal a consecuencia de una tremenda helada en el 28 de Abril. Lo normal es que las viñas broten en Mayo, pero los calores que nos llegan adelantaron la brotación de las plantas. ¡Un desastre por allí arriba!
  
Y no por eso dejaron de ser espléndidos con los vinos en la cata.

La cata comenzó por el cava Peñalba López, un vino espumoso sabroso y refrescante. Según Ricardo, su bodega es la única amparada en la DO Cava, o sea inscrita hace mucho tiempo y no como fruto de la nueva tendencia en elaborar cavas.
Este cava tiene un buen precio, pero es difícil encontrarlo en las tiendas nacionales.

A continuación dos tintos, 
- Montecastrillo 2016, un tinto con 4 meses de crianza. Al abrirlo aún quedaban notas de reducción, con mucha fruta, potente, y algo tánico.

- Los Cantos 2014, con 14 meses en barrica. Aquí las notas de madera eran notorias, con fruta, y de nuevo potente en boca, y tánico.

Y después, oh sorpresa, un blanco. Algo chocante pero creo que estaba bien pensado porque el vino blanco fue una de las estrellas de la cata.

- Peñalba López 2015. Vino blanco con Albillo, Viura, Chardonnay y Sauvignon Blanc. Se notaban las notas de madera por su crianza en barrica, a levadura, floral, miel, en boca era graso y sabroso.
Muy rico ese vino. Aunque alguno decía que habría estado muy bien, si sólo se hubiera hecho con las variedades autóctonas, que era como quitarle más autenticidad al vino el emplear esas variedades foráneas.

Joaquín y Araceli lo acompañaron de unas anchoas que le hizo estra aún mejor.



Después volvimos a los tintos. Pero ya de una clase más especial, aquí sacaron la artillería los de la bodega, y en verdad que llegaba lo bueno. 
La cata subía enteros, mientras que Ricardo entre hablar, mostrarse siempre muy veraz en sus comentarios, comía algo porque también había buen condumio.






Se pasó a catar lo que ellos llamaban vinos finos de Torremilanos. 

- Torremilanos crianza 2014. Con 20 meses en barrica.  95% Tempranillo y el resto de Merlot.
Este vino era muy equilibrado, aromas a frutas, goloso, también muy rico en boca.


- Torremilanos Reserva 2013. Se notaba la fruta, la madera apenas se percibía porque estaba totalmentye integrada, ya había hecho su labor, y el vino era sedoso en boca.
- Torremilanos Albéniz 2013. Un tinto muy pulido, suave, elegante al máximo. 
A pesar de ser del mismo año quie el anterior, las sensaciones olfativas y gustativas eran diferentes, debido a la distinta procedencia de la uva.
Como decían, era el vino que quería tomar la madre, la matriarca de la bodega. Era el único vino del que se guardaba la tipografía antigua de la bodega.



- Torremilanos Colección 2009. Un vino clásico en todos los aspectos, con un buen color aunque ya con tonos teja. Un vino con mucha clase, rico, goloso.
Con una buena curación, ya que tenía 30 meses de permanencia en barrica.


Entre bromas, y comentarios terminamos la cata habiendo degustado algunos muy buenos vinos, y haber cenado también tan ricamente.
















jueves, 7 de septiembre de 2017

Cata de uvas blancas de la DO Montilla-Moriles. La vendimia 2017 ya ha acabado

      Según el Pliego de Condiciones de la DOP "Montilla-Moriles", la elaboración de los vinos protegidos se realizará con uvas procedentes del área de producción de la DOP y de las variedades siguientes: Pedro Ximénez, Airén, Baladí, Verdejo, Moscatel de grano menudo, Moscatel de Alejandría, Torrontés, Chardonnay, Sauvignon Blanc y Macabeo, y cualquiera que sea la sinonimia utilizada para cada una de ellas

      La variedad mayoritaria es la Pedro Ximénez, ya que tras el ataque de la filoxera, se hicieron sobre todo injertos de esta uva tan productiva, delicada en su piel, poco aromática pero muy adecuada para la crianza biológica de vinos.

      Los vinos jóvenes elaborados en la DO Montilla-Moriles son cada vez más demandados, y algunos de ellos han conseguido buenas cifras de ventas por su calidad. Así que además de los vinos finos y los vinos de tinaja, se pueden degustar estos vinos jóvenes para cubrir los gustos y paladares más diversos.
     
     En la primera reunión tras el verano de la Asociación de Sumilleres de Córdoba convocó a una reunión en casa de Joaquín Morales para catar uvas blancas y vinos jóvenes, del 2016, y elaborados con dichas variedades.
   
     Se trata de una actividad de gran interés formativo para tratar de reconocer en las uvas los posible aromas primarios que podremos encpontrar en los correspondientes vinos.

      En mis tiempos en que llevaba las actividades del club de cata aderramar, lo hice varias veces, pero el inconveniente es que muchas variedades foráneas maduran casi en julio por lo que hay que mantener en frío las uvas casi uno o dos meses, y no es lo mismo. Pero en este caso dos técnicos de la DO Montilla-Moriles, Miguel Villa y Angela Portero, lo planificaron muy bien y pudimos probar unas uvas muy bien conservadas, con sus aromas y frescor de acidez en boca.
   
- Comenzamos por la Pedro Ximénez, la uva emblemática de por aquí, con las uvas de tamaño grande y unos racimos abiertos que permiten el escurrido del agua de lluvia.

Es una variedad que se deja madurar hasta 250 g/L de azúcar, pero para los jóvenes se cosecha cuando tienen unos 12 grados de alcohol probable (algo menos de 200 g/L de azúcar), con poca acidez, y poco astringente tanto en piel como pepita.

 Tomamos dos vinos hechos con esta variedad: 
- Dos Claveles, de Toro Albalá, una botella muy bonita, bien presentada, con muy buenos aromas a manzana, plátano, azahar. Un vino persistente en boca, con mucha fruta.
Creo que es un vino bien hecho, al menos la priemra cosecha fue para quitarse el sombrero y en la Cata de este año, fue escogido por muchos jóvenes consumidores. 

- Marqués de la Sierra, de Alvear, un clásico entre los jóvenes, con aromas a manzana madura, casi en camino de ser fino, un vino muy personal, que también presenta una buena evolución en la copa. 

- De la variedad Verdejo, en comparación a la Pedro Ximénez su grano es menudo, los racimos son compactos: en realidad es el tipo de uva de vinificación. Se notaba su mayor acidez, muy sabroso al masticar la pulpa, más astringemte. Otra cosa.

También catamos dos vinos hechos aquí con esta variedad:
 - Piedra Luenga Bio, de Robles, con aroma a piña, un vino cerrado que después se abrió, ligero, y a algunos nos recordó a un vino base de cava. 

- Finca La Cañada, de Pérez-Barquero. Este fue el vino en que se apreciaron mejor los aromas varietales de la verdejo. Bastante aromático, frutal, poco ácido, y con notas de miga de pan.
Este vino lo probé en sus primeras añadas y me pareció un correctísimo y bien elaborado, con mucha clase.

- La Sauvignon blanc, originaria del Loira, era más herbácea que las anteriores, con acidez y notas aromáticas frutales.

Como no hay aquí vinos hechos con esta variedad trajeron un vino representativo, el Palacio de Bornos, ya que en Rueda esta variedad ha conseguido la mayor expresión en España.
Este vino es muy aromático, en exceso, mucha fruta, también tropical, cítricos, buena acidez, pero es que abruma tanto aroma.


- Y pasamos a catar la Chardonnay, una variedad de Borgoña, que creo anda por esta zona tan perdida como un torero en el telón de acero que decía el Sabina.
Las uvas eran poco aromáticas, las más insulsas de todas las probadas. Mal lo deben pasar para estas uvas con estos calores que cada año nos acompañan más tiempo.

La Cooperativa La Unión elabora el Algarabía con esta variedad, un vino ligero, con aroma a miel y miga de pan.


- y por último, la Moscatel de Slejandría, una variedad que se añade a algunos vinos blancos jóvenes de por aquí, aunque en poca cantidad ya que esta variedad puede enmascarar los aromas de otras uvas mayoritarias.

No hay ningún vino de Montilla-Moriles hecho con sólo Moscatel. Trajeron un vino de Sierras de Málaga, el Monuntain Blanco, de Telmo Rodríguez, el cual hace también el conocido Molino Real.
Este vino le pasaba también, para mi parecer, que tenía exceso de aromas, a fruta, cítricos y para contrastar algo astringente, y un regusto dulzón. 
Bien hecho, elegante, se nota que es un vino para gustar, aunque es del tipo de vino que yo no sabría con quién combinar. Pero ese es otro cantar.


Para terminar Joaquín nos sorprendió con su exquisito tapeo de alta calidad. Todo muy rico.
Así que tras la comida, la charla con nuevos y viejos compañeros nos fuimos despidiendo hasta la próxima. 

Bien por Miguel, Angela, Joaquín y su encantadora mujer. Y Antonio que engrasa la maquinaria para que todo funcione.